En 1924 Harold Humphreys fundó una empresa llamada Umbro centrada a la confección de ropa deportiva en Wilmslow, en las cercanías de Manchester. Hizo un buen trabajo. Diez años más tarde el Manchester City y el Portsmouth vestían esta marca cuando disputaron en 1934 la final de la FA Cup en Wembley. El City se llevó el trofeo a casa, y a nadie pasó por alto la elegancia de los uniformes. En 1966, el 85% de los clubs británicos vestían Umbro, que ya entonces era la marca del fútbol por excelencia. La selección de Brasil de 1958, la selección inglesa campeona del mundo en 1966, la supremacía europea del Liverpool en los 70 o el triplete del Manchester United en 1999. Grandes equipos y partidos inolvidables, todos ellos bajo un común denominador: Umbro era la marca que vestía a todos esos equipos.
Umbro fue pionero en poner al alcance del público las replicas de las camisetas oficiales de los equipos de fútbol, ofreciendo a los jóvenes la fantástica sensación de vestir como sus héroes por primera vez. Pese a haberse convertido en una empresa global, Umbro ha sabido mantener el olfato y la cercanía con los aficionados para ofrecerles lo que realmente querían, al igual que en los tiempos del negocio familiar de los Humphreys.
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La primera mitad de la década del 90 fue una época gloriosa para Umbro, tanto a nivel de sus operaciones comerciales como en cuanto al impacto que produjeron sus diseños más novedosos. También fueron éstos los años en que los aficionados iberoamericanos asistimos a la llegada de Umbro a nuestros propios países. La lista de equipos que comenzaron a utilizar indumentaria de la marca sería innecesariamente extensa. Baste con recordar que, en diferentes momentos de los años 90, los seleccionados de México, Perú, Chile, Bolivia, Colombia y hasta el Brasil campeón mundial de 1994 lucieron el logo del diamante en sus casacas. Y que Umbro ingresó en la mitad de un campeonato en la Argentina como patrocinador de Vélez Sarsfield. Pero mientras Umbro se hacía famosa en todo el mundo y sumaba presencia a través de licenciatarios en toda Europa, África y Japón, a nivel corporativo la empresa sufría cambios vertiginosos. Hacia 1992 Umbro Ltd., la casa matriz inglesa, era dirigida por Stuart y Ben Humphreys, respectivamente, hijo y nieto del fundador, Harold Humphreys. Aquel año Umbro alcanzó ventas por 65 millones de libras esterlinas sólo en el Reino Unido, y ganancias antes de impuestos por 2,1 millones. Números para nada despreciables, por supuesto. Sin embargo, una equivocada política sumada a una súbita recesión en la economía británica dejó a Umbro en una delicada situación financiera, casi al borde de la cesación de pagos.
Fue en ese momento en donde pasó al primer plano la socia y licenciataria estadounidense, la Stone Manufacturing, sólidamente instalada sobre un nivel de ventas de 200 millones de dólares anuales. Pese a que la Stone ya había sondeado poco tiempo antes las pretensiones de los Humphreys en caso de una posible fusión o venta, y a que circulara extraoficialmente la noticia de un probable ofrecimiento de casi 15 millones de libras por parte de los norteamericanos, la situación de Umbro demostró ser peor de la imaginada, ya que finalmente se formalizó la venta de la empresa a la Stone por la irrisoria suma de 2,9 millones de libras.
Pronto las ventas de Umbro volvieron a mejorar y los balances a cerrar con números positivos. Pero estaba muy claro que la competencia en el mercado mundial de productos deportivos continuaba siendo encarnizada, con tendencia a serlo cada vez más. Umbro perdió a algunos de sus equipos estrella, como el Manchester (en 2002), el Celtic (en 2005) y el Chelsea (en 2006), pero también logró recuperar al Rangers (en 2005) y todavía hoy conserva importantes contratos con clubes de todo el mundo. La empresa toma un giro muy grande al pasar a ser parte de Nike. Finalmente, la compra de Umbro por parte de Nike se anunció el 23 de octubre de 2007. Con la compra de Umbro por parte de Nike ya consumada, voceros de esta última salieron a aclarar inmediatamente que la transacción no cambiaría en nada la operatoria normal de la marca inglesa.
A los efectos prácticos, Umbro continuará funcionando como una unidad de negocios independiente, con los mismos management y nómina de empleados vigentes al momento de la compra. Los equipos con contrato firmado con Umbro no cambiarán su indumentaria por la de Nike, lo mismo que el seleccionado de Inglaterra, la preocupación fundamental de los desconfiados ingleses. Es de esperar que el cumplimiento de esta promesa dependerá fundamentalmente de los niveles de venta que logren de aquí en más los distintos productos de Umbro.
El visionario Harold Humphreys quiso incorporar un toque de sastrería a la ropa deportiva para dar respuesta, con estilo, a las necesidades del deportista moderno. Desde las botas Speciali, entre las favoritas en muchos vestuarios profesionales a lo largo del mundo, hasta la pionera nueva camiseta de la selección inglesa, desde los terrenos de juego hasta los campos de entrenamiento, Umbro permanece fiel a su ética. Han hecho un buen trabajo.
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